Una noche, pasada la medianoche, se quedó en el pasillo escuchando el silencioso zumbido del sueño. La respiración de Lucy, suave y forzada. Manos diminutas enroscadas alrededor de las mantas. Y en ese momento, algo dentro de él cedió. Garabateó seis palabras en un trozo de papel: «No puedo seguir así» Hizo la maleta, salió a la oscuridad y no miró atrás ni una sola vez.
Borró su número, tiró todas las fotos y enterró los recuerdos en lo más profundo de su ser. Así era más fácil fingir que nada de aquello había sucedido. Hasta ahora. En su perfil de Facebook, el pasado aparecía en una sola foto: Lucy, mayor pero radiante, radiante junto a una joven con toga y birrete.